Presiones y neumaticos

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La influencia de los neumáticos es muchas veces determinante en el desarrollo de una viaje. A falta del neumático ideal para todos los terreno, un buen manejo de las presiones puede significar la diferencia entre pasar o quedarse frente a un obstáculo.

En el lugar al que vamos, ¿qué terreno encontraremos? No es lo mismo ir a hacer unas pistas en verano, con suelo seco y polvoriento, que en época de lluvias, cuando podemos encontrar barro a espuertas. Tampoco vamos a usar las mismas ruedas (por poder, se puede, pero es una faena a muchos niveles) si nos vamos a aventurar por pistas pedregosas de alta montaña que si vamos a hacer arena. Lógicamente, no podemos llevar tres juegos distintos de neumáticos encima, aunque en la mayoría de los casos, si deseamos mejorar el equipo de serie, un tipo A/T suele funcionar bien y resulta bastante polivalente.
Pero sea cual sea la elección, debemos tener presente que podemos optimizar su rendimiento modificando las presiones de inflado según el tipo y/o estado del terreno. Un viejo dicho procedente de la escuela británica resume sobradamente la influencia de los neumáticos: el éxito de una excursión y las eventuales negociaciones de franqueos de obstáculos dependen de tres factores: hombre, máquina y neumáticos a partes iguales.

Así que vayamos al abc de los neumáticos: el manejo de las presiones. Partiendo de la original, que suele andar entre 2 y 2,2 bares, sin carga, y 2,2 y 2,5 bajo carga máxima, como norma general, en terreno duro y roto es interesante aumentar la presión de las ruedas unos 0,5 kg, para evitar pinzamientos de los flancos.

En barro, la profundidad y disposición del dibujo es muy vital. Como, seguramente, nuestras gomas atenderán más a un perfil rutero y se colmatarán con facilidad, habrá que ayudarles en el drenaje de la banda de rodadura para que puedan seguir cumpliendo su misión. Una disminución de la presión entre 0,3 y 0,5 bares (si no hay piedras) sobre la estándar facilitará el avance y mejorará el guiado.
En arena nos interesa una huella poco agresiva con suelo. Los tacos gordos y con surcos profundos rompen la superficie de la arena y dificultan el avance del neumático. Por ello, a falta de gomas especializadas, el mejor remedio es bajar las presiones para aumentar la superficie de contacto de la banda de rodadura y así disminuir la presión del vehículo al suelo. Al aumentar su superficie de contacto con la arena, éstas ayudan a conseguir esa flotabilidad que necesitamos para conducir relajada y alegremente. Por lo común, una presión de inflado de 1,3/1,2 bares debería ser suficiente, aunque, dependiendo de las ruedas y de si el estado de la arena es muy blando, podemos ir probando hasta 0,8 kg. Menos presión ya es una seria amenaza para destalonar la rueda.

Por último, dado que los constructores de coches recurren a presiones de inflado ligeramente por debajo de las recomendadas por los fabricantes de neumáticos, no es mala idea a la hora de afrontar largas etapas de asfalto aumentar ligeramente la presión estándar de inflado en 0,2/0,3 bares para reducir la fricción y, por tanto, los ruidos y el consumo. No es tan cómodo, pero es una ayuda.
Si queremos conservar un grado de autonomía en todas estas operaciones, no es mala idea incorporar a nuestro equipo base un trasvasador de presiones. El aire lo tomaríamos de la rueda de repuesto, que inflaríamos previamente a 6/7 kilos para convertirla en improvisado depósito auxiliar. ¡Ah! No olvidarse de restituir la presión original al volver al asfalto o pista dura, y lo mismo con la rueda de repuesto si tenemos que utilizarla.

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Inteesantes consejos Trotamundo, siempre acabamos aprendiendo cosas contigo, gracias Presiones y neumaticos 885426

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